miércoles, 5 de mayo de 2010

DESTELLO

4am. El lugar estaba casi vacío. De sus paredes se desprendía un sacro misterio. A mi lado, un espejo rojo sangre cargado de insanía. Sumergí mis ojos en la lejana oscuridad, ví la música flotando a través del humo en el ambiente, y caí presa de místicas lagrimas. Cárdenas luces posaron su tibieza sobre mi cuerpo deviniendo en un tétrico frenesí. Entonces, una lánguida sombra se transformó en un resplandor maldito encandilando mi mundo con su belleza. Y comencé a hundirme, perdido en un dédalo de frecuencias indómitas, portando un estigma, buscando un silencio.

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